lunes, 18 de octubre de 2010

http://picasaweb.google.es/maykofil/TravesiaIslasBarloventoMayo2010#

Y aquí van las fotos.

RECOPILACION FOTOS TRAVESIA

Han pasado unos meses desde que realizáramos esa maravillosa travesía por el Caribe, aunque en nuestra memoria se suman las anédotas y hermosos recuerdos de las trazadas anteriormente por Grecia o las Baleares. El viernes 15 de octubre de 2010 nos reuníamos la tripulación, en torno a una cena que nos recordaba a las famosas y deliciosas de a bordo. Entre cervezas, aperitivos y toques piratas nos atrevemos a citar algunos posibles destinos para el próximo verano: Croacia, Escocia, Noruega??? Está por decidir. Y a nuestro Capitán Arturo cedemos la última palabra, por ello es el Capitán y para su tripulación no hay otro mejor. Ha sido un placer compartir con este grupo de amigos esta maravillosa experiencia que difícilmente podremos olvidar. Y con esta selección de fotos rememoramos algunos momentos, sólo algunos, porque difícilmente se pueden abarcar todos. Y como en la pasada noche, como en tantas otras noches, brindamos por la amistad, por el equilibrio y la serenidad en la toma de decisiones, por la paciencia, el esfuerzo y el sacrificio en determinados momentos, por la tripulación, por nuestro capitán, por nuestro mar azul implacable a veces....por el entusiamo, la alegría y el amor. Hasta pronto Amigos junto al barbotén, las defensas, los cabos y el velamen.

martes, 25 de mayo de 2010

sábado, 22 de mayo de 2010

VIERNES 21 DE MAYO

La aventura va llegando a su fin. Zarpamos de la isla de Santa Lucía hacia Martinica. 40 millas por delante en un día con el mar muy calmado y el poco viento que hacía era casi de proa, así que hemos ido todo el tiempo a motor. Unas 6 horas y media de navegación tranquila. Llegamos pronto al puerto de Le Marín, al sur de Martinica. Contactamos con la empresa del barco y nos dijeron que no teníamos sitio libre para amarre, así que nos hemos tenido que buscar otro por nuestra cuenta y el sábado dejaríamos el barco en su atraque definitivo. Entre que teníamos sitio y no y que atracamos en el pantalán-gasolinera para repostar combustible, se nos fue la hora y por la tarde ya sólo nos quedó tiempo para dar un paseo por los alrededores del puerto.

Damos por finalizado el día con una cena de reciclaje de la despensa que nada tenía que envidiar a los restaurants de los alrededores. Y con ésta nos vamos pronto al camarote para mañana recoger el equipaje y hacer la entrega del barco con el check-list.

Jueves 20 mayo

Como habíamos quedado ayer con Malcolm, el barquero que ayudaba con el amarre a las boyas y que tenía montado todo un tinglado de barco-taxi, guías turísticos, relaciones públicas, etc, etc, a las 7 de la mañana salíamos en su lancha motora a la velocidad de un Fórmula-1 por las tranquilas aguas de la bahía de la Sufriere hacia el pié mismo del Grand Pitón. Es una de las dos impresionantes montañas cónicas gemelas de 780 metros cada una emergiendo del mar y cuyo sendero se inicia en la misma playa, es decir, que los 780 metros que mide son los mismos que hay que subir de manera absoluta. Para esta ruta Malcolm nos proporciona un guía local de lo más típico. Un afro-caribeño rastafari, con pantalón vaquero corto “bien trabajado”, camiseta raída con la faz de Bob Marley que la usaba para recoger sus rastas y no gastaba calzado técnico de Decathlón, ni Hi-Tech, ni de suela Vibran ni esas pijadas. SUS PIES DESCALZOS para subir esa pendiente labrada en la afilada piedra volcánica. Ya os podéis imaginar la pendiente si os digo que se suben 780 metros en 2 km de sendero. Que más que sendero es una escalera continua. Arriba dos espacios abiertos entre una vegetación de jungla para proporcionar dos miradores. Uno hacia el interior de la isla y otro hacia el otro pitón con la bahía de por medio. Ya veréis las fotos. Al final del descenso en la playa, unos lugareños avispados ofrecían agua de cocos jóvenes recién abiertos a los sedientos montañeros, de los que con una lasca de su corteza extraían una gelatina blanca con un intenso sabor a coco.

A la vuelta de la excursión paramos en el pueblo a tomar una cerveza y ,los bocatas que no nos comimos en la montaña. Después de un descanso nos pusimos los neoprenos y nos fuimos a bucear hacia una cueva llena de murciélagos que había junto al barco. Como había mucha corriente y poca luz, el buceo fue breve. Volvimos al barco con tiempo suficiente para ducharnos y, por fin, ver el rayo verde de la puesta del sol.

En la penúltima noche decidimos darle un homenaje a nuestros estómagos con unas “delicatessen criolle” en un restaurante de La Soufriere al borde del mar y cerca del gallinero del pueblo. Aunque la carta no daba muchas pistas de la calidad y combinado de los contenidos nos decidimos la mayoría por el pollo con salsa criolle que resultó muy sabrosa. En este gasto invertimos todos nuestros dólares caribeños porque a partir de mañana trocamos al euro. Pues de vuelta al barco en nuestra dingui (zodiac), en perfectas condiciones pasamos la noche con un leve soplo de brisa a la espera de la aventura del siguiente día.

Miércoles 19 de mayo.

Tal como dispuso el capitán, nos levantamos bien temprano para zarpar puntualmente a las 7 de la mañana. La tripulación se ha quedado en 6 miembros, ya que, a la vista de lo interesante de de San Vicente, que da mucho juego para hacer rutas de todo tipo, Julio y Charo han decidido aprovechar los tres últimos días del viaje para conocer bien la isla. El sábado por la mañana tomarán un vuelo que los llevará a Martinica, donde nos reencontraremos para volar a casa. Esperamos que encuentren algún ciber para que nos vayan poniendo al corriente de sus aventuras.

Travesía bien larga la de hoy para llegar desde el sur de San Vicente hasta el sur de la isla de Santa Lucía. 56 millas náuticas o 109 km en los que hemos invertido 8 horas de navegación. Al principio poco viento y más bin de proa. Poco más tarde y hasta el final del trayecto hemos tenido vientos de 24 a 26 nudos y entre 8 y 10 nudos de velocidad del barco. La navegación ha sido dura por las olas de 2-3 metros. Menos mal que esto del catamarán es muy estable. Pero han sido 8 horas aguantando el equilibrio, el tipo y la náusea.

Pero no todo han sido rociadas, olas, viento, lluvia, sol…en algunos trechos nos han escoltado los delfines. Ejemplares más pequeños que los del Estrecho de Gibraltar que daban grandes saltos a nuestro alrededor.

Finalmente llegamos a la bahía de la Soufriere (casualmente se llama igual que el volcán al que subimos). Trámites de aduana y de pasaportes. Comimos algo ligero en el barco y nos fuimos a tierra a visitar el pueblo y tomar una cerveza. Como el pueblo mira al oeste, de nuevo intentamos ver el rayo verde del sol poniéndose, con tan mala pata que la única nube que había en el horizonte se colocó justo delante del sol. Mañana habrá otro intento. Ya hemos quedado con el lugareño que nos auxilió con el atraque, Malcolm, para que nos acompañe mañana a la subida… ya estamos de nuevo con el montañismo… al llamado Pitón Grande, que es una de dos montañas gemelas que sobresalen del horizonte de la isla. Malcolm también nos traslada al puerto desde la boya en una motora de madera pintada de color a una velocidad de vértigo.

El pueblo de La Soufiere en el que nos encontramos tiene un sabor caribeño muy particular. Aquí no ves población blanca y la gente es muy amable. Ya hemos avistado unos cuantos restaurantillos de comida criolla, con unos precios que prometen, después de la experiencia de estos últimos días. Los personajes que brujulean por el puerto son para nota, muy entrantes y amigables. Mañana tendremos más experiencias que contar por esta zona, que promete y mucho